Intervención en las fases tempranas de la psicosis

De modo independiente al nivel de atención, es recomendable aplicar la intervención temprana en el primer episodio psicótico, considerando las siguientes características:

a. Para las personas que presentan un primer episodio de psicosis, se debe ofrecer medicamentos antipsicóticos orales en conjunción con intervenciones psicosociales (intervenciones familiares y terapias cognitivo-conductuales) con el propósito de hacer más efectiva la mejoría e integrarlos a la comunidad.

b. La intervención temprana en los servicios de psicosis debe ser accesible a todas las personas con un primer episodio o primera presentación de psicosis, independientemente de la edad de la persona o la duración de la psicosis no tratada.

c. Las personas que se presentan a una intervención temprana en servicios de psicosis deben ser atendidas sin demora pues de esto puede depender mucho el pronóstico de la enfermedad.
Finalmente, la intervención temprana en los servicios de psicosis debe procurar proporcionar la mayor gama de opciones farmacológicas, psicosociales, ocupacionales y educativas.

Se recomienda que la elección del medicamento antipsicótico de primera o de segunda generación sea en función a características individuales del cuadro clínico de la persona, de las características del antipsicótico y de los efectos
adversos relacionados, ya que de acuerdo a la evidencia todos los antipsicóticos tienen en general el mismo potencial de ser efectivos en el tratamiento de la esquizofrenia.
La selección del medicamento antipsicótico oral o el antipsicótico de depósito se realice en función del cuadro clínico de la persona, de las características del fármaco y de la valoración del psiquiatra o médico tratante.
Cuando se inicia el medicamento antipsicótico de depósito:

a. Tener en cuenta las preferencias y actitudes del usuario del servicio hacia el modo de administración (intramuscular regular inyecciones) y procedimientos organizativos (por ejemplo, visitas domiciliarias y ubicación de los CSMC).

b. Tener en cuenta los mismos criterios recomendados previamente para el uso de la antipsicóticos de primera o segunda generación, en particular en relación con los riesgos y beneficios del régimen farmacológico.

c. Utilizar inicialmente una pequeña dosis de prueba.

Abordajes psicoterapéuticos en la psicosis temprana
Existen diferentes abordajes psicológicos y psicoterapúticos para las poblaciones de alto riesgo, tales como el manejo de casos, la terapia individual, la psicoeducación, la terapia cognitivo-conductual (TCC), los grupos multifamiliares y el apoyo en el ámbito educativo y laboral (Martindale et al., 2009). Además, las intervenciones familiares específicas, tales como el entrenamiento en la resolución de problemas y habilidades de comunicación, han mostrado ser eficaces para ayudar a mejorar el pronóstico funcional de los jóvenes en riesgo a desarrollar psicosis.

Las intervenciones psicoterapéuticas suelen implementarse en diversas modalidades y utilizan una gran variedad de técnicas y de abordajes teóricos. Generalmente las
intervenciones más utilizadas en el campo de la psicosis son la psicoeducación y la TCC.
La TCC ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la esquizofrenia y de
los trastornos asociados en pacientes que ya reciben un tratamiento farmacológico.
Las investigaciones más recientes en el campo de los episodios psicóticos
agudos y en la psicosis incipiente también han mostrado beneficios alentadores y
se han convertido actualmente en el foco de la investigación. Con el reciente auge
a nivel internacional de intervenciones en la psicosis temprana se ha implementado la TCC como parte de un tratamiento integral en los servicios que ofrecen programas de psicosis incipiente. Por otro lado, se ha sugerido que los grupos de TCC parecen ser una alternativa que ofrece mayores beneficios que la TCC individual (Saksa et al., 2009).
El desafío actual en la aplicación de intervenciones en la psicosis temprana
consiste en:

1. Conseguir adaptar aquellas modalidades de tratamiento que ya han demostrado
su eficacia en las fases estables y residuales de la enfermedad a los inicios de la misma.

2. Desarrollar nuevas formas de terapia que se adapten a las características
específicas de cada una de las fases iniciales de la psicosis (fase de alto
riesgo, PEP y fase postcrisis).

3. Adaptar individualmente los tratamientos para personas con psicosis incipiente
según las necesidades específicas en lugar de aplicarlos homogéneamente,
tomando así en consideración la compleja heterogeneidad etiológica y clínica de la psicosis y el enorme impacto de las diferencias individuales sobre los procesos psicopatológicos.